sábado, 13 de abril de 2019

Violencia de género y discapacidad

Los estudios sobre violencia de genero y las personas con discapacidad es algo aun nuevo, esto significa que no hay un campo amplio de estudios sobre este tema. La necesidad que empezar a estudiarlos se ha venido dando debido a el auge feminista que hay actualmente, esto significa que los estudios sobre este tema tendrán una línea feminista muy marcada.

Las mujeres y niñas discapacitadas han estado invisibilizadas, esto supone una doble discriminación que afecta al colectivo feminista. Un estudio hecho en España dice que el 58% de las personas discapacitadas son mujeres. El interés de investigar género y discapacidad conjuntamente es evidente ya que nos permitirán conocer la realidad de este gran colectivo de mujeres que llevan además la etiqueta de discapacitadas.

A pesar de las múltiples iniciativas que encontramos orientadas a sensibilizar a la sociedad y al colectivo de mujeres discapacitadas por ser más vulnerables que las mujeres no discapacitadas a la violencia de género, se ha dicho que no está bien estudiada y por ello insuficientemente documentada.

Los temas tratados se han centrado en el análisis de los factores que aumentan la vulnerabilidad al maltrato y en las consecuencias del mismo, en las características de los perpetradores de abusos sexuales y en los ámbitos en que aumenta el riesgo de este tipo de abusos. Pero los resultados no permiten determinar con claridad si el nivel de retraso mental o de deterioro funcional aumenta o disminuye el riesgo de abuso, o si variables como edad, género, entorno familiar y apoyo social de la víctima juegan un papel determinante en la ocurrencia del problema.

Si nos centramos en el colectivo de mujeres discapacitadas, los factores que hacen que las mujeres con discapacidad sean más vulnerables a la violencia pueden resumirse en: el hecho de ser menos capaces de defenderse físicamente, tener mayores dificultades para expresar los malos tratos debido a problemas de comunicación, la dificultad de acceso a los puntos de información y asesoramiento, una más baja autoestima y el menosprecio de la propia imagen como mujer, la dependencia de la asistencia y cuidados de otros, miedo a denunciar el abuso por la posibilidad de la pérdida de los vínculos y la provisión de cuidados, vivir frecuentemente en entornos que favorecen la violencia: familias desestructuradas instituciones, residencias y hospitales.

El Ayuntamiento de Madrid a través de la Dirección General de Igualdad de Oportunidades editó en 2006 la publicación Necesidades de las mujeres discapacitadas que han sufrido violencia de género. El estudio se basa en un análisis cualitativo realizado por medio de entrevistas a grupos de mujeres con diferentes habilidades. Desarrolla la perspectiva de género y la discapacidad en el contexto internacional y nacional, abordando con mayor especificidad el Plan Integral de Acción para Mujeres con Discapacidad en España.

Según el mismo el 26% de las mujeres con discapacidad física sufre malos tratos, de los cuales el 61% son psíquicos, el 19% físicos, el 10% con lesiones y el 10% sexuales y la dependencia económica es uno de los factores que puede estar facilitando que las mujeres con discapacidad física puedan sufrir violencia. Por otro lado, y cruzando las variable de trabajo y violencia, un 55% de las mujeres con discapacidad que no sufren violencia trabajan. En el caso de las mujeres con discapacidad que sufren violencia, un 64% no trabaja; con esto se deduce que la dependencia económica es otro de los factores que puede estar facilitando que las mujeres con discapacidad física puedan estar sufriendo violencia.

Por otra parte según el estudio de la Mujer con discapacidad de Castilla la Mancha (2006) el 21,8% afirman tener conocimiento de algún acto de violencia contra mujeres cercanas a su entorno. De estos actos de violencia, el 54,5% por ciento lo constituyen actos de violencia psicológica seguidos del 38,6% de actos de violencia física. El ámbito más común de estas prácticas es el doméstico o, en todo caso, en situaciones privadas, ya que el 54,3% de los casos se desarrollan dentro de la vivienda de la víctima. Casi el 24% de las encuestadas que dicen conocer actos de violencia de género los sitúan en la vivienda de otra persona.


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