Tailandia separa
en celdas a las reos transgénero para evitar abusos sexuales
A Nun le aterrorizaba la idea de ser enviada a una prisión
de hombres tras ser detenida por robo, en cambio fue trasladada a la prisión de Pattaya, al
sureste de Bangkok, donde las reos transgénero duermen en su propia celda para
evitar posibles abusos sexuales.
"Hace diez años, antes de operarme (para cambiar de
sexo), estuve en la cárcel con los hombres. Yo no sufrí abusos, pero sí supe de
casos de violaciones que habían sucedido a otros presos", señala Nun
mientras lava el cabello de otra presa en la peluquería del recinto.
La tailandesa, que cumplirá condena en 5 meses, comparte una
habitación de 15 metros cuadrados con otras 10 transgénero en el módulo de
mujeres, donde otras 22 presas lesbianas también cuentan con su propia
estancia.
"Lo que más nos gusta es que nos tratan de igual a
igual, aquí somos completamente mujeres", comenta Nok, también condenada
por robo, en referencia a las leyes tailandesas que no permiten cambiar de
género en documentos oficiales a los transexuales a pesar de haberse sometido a
una operación de cambio de sexo.
"Nos llevamos bien entre nosotras. Aunque a veces
peleamos, rápidamente hablamos lo que ha sucedido y hacemos las paces",
dice a Efe Wan, quien el próximo abril recuperará la libertad.
A mediados de marzo, una delegación del Departamento de
Correccionales visitó las instalaciones de la prisión Pattaya Remand para
analizar la medida pionera en el país y estudiar la aplicación en otros penitenciarios
a lo largo de Tailandia. Conforme a los datos oficiales, cerca de 4.500 presos
han aceptado ser clasificados en la categoría de LGBT.
"Entendemos que los presos transgénero que se han
sometido a cirugía son mujeres, por ello
merecen el mismo tratamiento que las
demás", indica Narumon Paopeng, directora del módulo para mujeres, al
asegurar que desde 2001 se aplica esta política de internamiento en Pattaya. Para
decidir sobre dónde trasladar a los reos transexuales prima el análisis físico
y psicológico realizado por los doctores de la prisión y se suma la voluntad
del propio preso.
Durante el día todos los reclusos del módulo comparten
espacio en los diferentes trabajos asignados o durante las actividades
programadas, mientras que a la hora de dormir cuentan con su propio espacio
apartados del resto de compañeros por barrotes de hierro.
La medida de separación también se aplica a las zonas
masculinas de esta prisión, a unos 135 kilómetros de Bangkok."Separamos a
gays y transexuales (no operados) de los presos comunes, así podemos evitar la
posibilidad de abusos sexuales", explica Wichawin Kittanasin, responsable
del módulo 4 donde se hayan 65 de los 200 transexuales ubicados entre los
hombres.
"Me parece una buena medida porque los presos (transexuales
y homosexuales) se sienten más seguros, están más relajados y además forman
grupos con sus pares", remarca el guarda.
"Aunque tenemos acceso a un servicio médico bueno, no
es suficiente. Nosotras necesitamos tomar diariamente hormonas para regular nuestro
cuerpo y emociones", apunta Joy durante una pausa en las clases sobre cómo
abrir un negocio de bebidas.
"Los transexuales (en el módulo de mujeres) tienen
características físicas diferentes a las guardias. Son más fuertes y agresivas,
a veces tenemos problemas para retenerlas", zanja la jefa del módulo.
El Gobierno de Tailandia considera establecer la primera
prisión exclusiva para presos LGBT en Minburi (en el norte de Bangkok).Organizaciones
protectoras de los derechos para los transexuales aprueban la medida pero
matizan que tiene margen de mejora en la asistencia médica, ya que la actual no
se adapta a los aparatos reproductores
reasignados y existe riesgo de enfermedades.
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