martes, 9 de abril de 2019

Performance y expresión de género


«Si me saco el hombre y me saco el bollera y me saco la pluma y me saco un ojo
¿qué queda de mí?

Me fui construyendo con metáforas de otros
y, despojado de todo lo que no me cuadra,
me quedo flaco y tiritando de frío
ante una estructura que me repele.

Y qué pasa si quiero ser otra cosa distinta?
Qué pasa si me quiero arrancar esta mierda que me cuelga
y fabricarme una vagina?

Qué pasa si quiero ser sólo de carne que sangra,
de carne que se muere si la aprietas,
si quiero ser algo inútil que no tenga sentido?

Estoy harto de papel de celofán que lo recubre todo,
de la profilaxis, de las mentiras,
de las cosas pulidas y brillantes.
.
.

Soy la niña que todo lo quiere,

una insatisfecha perpetua,
alguien en quien no se puede confiar.

Quiero salvarme.
Que exista un paraíso en el que sólo entren las perturbadas, las travestis, las transgénicas, las degeneradas.

Quiero que los infieles ardan por siempre en un infierno
Pero sin sexo y sin llamas.

Quiero venganza, aún no sé de qué.
Quiero salvarme, como toda hija de vecina.»

Diana J. Torres, Sin título




Performance

El cuerpo de la artista de performance es el soporte de la obra, su cuerpo se convierte en la materia prima con que experimenta, explora, cuestiona y transforma.
El performance es un género que permite a las artistas buscar una definición de su cuerpo y su sexualidad sin tener que pasar por la mirada crítica masculina. 

Al tomar elementos de la vida cotidiana como material de su trabajo, el
performance permite que las performanceras exploren su problemática personal, política, económica y social.
Cuestionan la separación entre el arte y la vida; establecen una compleja relación entre la audiencia y el artista, y convierten al espectador en parte activa de su trabajo. 

En el performance las artistas se presentan a sí mismas, convirtiendo su cuerpo en significado y significante, en objeto y sujeto de la acción. 

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