Gitanas en la universidad: “Yo rompí con la historia
predefinida para mi”
Dos jóvenes gitanas, nos cuentas su experiencia en los
estudios:
Ainhoa Carbonell, de 33 años, tuvo que escuchar mil veces: “¿Es que no has
tenido bastante con estudiar hasta Bachillerato? Si vas a la universidad no
querrás luego casarte con un gitano…”, a lo que ella, internamente, respondía:
“Pues que vayan todos los gitanos a la universidad en vez de dejar de ir yo…”.
Diplomada en Trabajo Social, con un título de Intervención Social con la
Comunidad Gitana por la Universidad Pública de Navarra (obtenido con matrícula
de honor), compagina su trabajo como técnica de orientación e intervención
social en programas de búsqueda de empleo para jóvenes gitanos en la Fundación
Gentis de Tarragona con su puesto como concejal de Servicios Sociales, Cultura,
Actividades Lúdicas y Juventud en el Ayuntamiento de Vallmoll (Tarragona) y
colabora con la asociación Aire Nuevo Caló.
“Ninguna otra chica o chico había ido a la
universidad en casa, pero yo estudié en una escuela concertada hasta Bachillerato.
Ninguna de mis compañeras era gitana, con lo cual crecí teniendo las mismas
ambiciones que ellas, viviéndolo de una forma normalizada, pero sin dejar de
lado mis raíces, porque un tema y otro no tienen nada que ver. Con lo cual,
para mí ser gitana y estudiar no es incompatible para nada”, apunta Ainhoa.
Vicky Santiago, de 21, repitió 1º de ESO en
el IES Cánovas del Castillo de Málaga. “Todo apuntaba entonces a que mi futuro
pasaba por intentar buscar un trabajo, el primero en el que me cogiesen, me
gustase o no, y depender de mi pareja en el momento en que me casara”,
reconoce. Habla con El Diario de
la Educación el mismo día en que se ha enfrentado al último
examen de 2º de grado, de Gramática Normativa. Estudia Traducción e
Interpretación en la Universidad de Málaga y le gustaría ser profesora
universitaria. Asiste a los encuentros de la Fundación Secretariado Gitano -a
cuyo programa Promociona atribuye su reenganche, gracias al refuerzo que
recibió en 1º y 2º de ESO, cuando pasó del absentismo al éxito escolar- y trata
de servir de ejemplo para sus hermanos. Al pequeño, que cursará 1º de ESO el
curso que viene, le advierte para que no sufra su mismo tropiezo. A la mediana
le anima en su lucha por sacarse el graduado después de haber abandonado a los
16.
Los mitos de la mujer gitana en los estudios:
Desmontar
mitos, como el de que la familia, en el caso de los alumnos gitanos, no se
implica, o incluso ejerce como barrera, que la cultura gitana es contraria a la
educación: “En Drom Kotar Mestipen cada vez que organizamos un encuentro de
estudiantes gitanas tenemos más de 300 mujeres reunidas un sábado por la tarde
hablando de educación”.
Otro:
Las niñas gitanas abandonan la escuela en el momento del casamiento: “El
estudio reveló un dato que para mí fue muy importante, y es que había una
diferencia de cuatro o cinco años entre el momento en que salían y las edades
de casamiento. O sea, que no salen porque se casan, sino que se casan porque
salen”.
Lo
que sí se veía claro era que las chicas desaparecían antes del sistema
educativo, “pero las que se mantenían llegaban mucho más lejos, y era una cifra
que iba en aumento”. Esto coincide con las estadísticas que maneja la
Asociación de mujeres romaníes de Andalucía (Amuradi), según las cuales, de cada
10 gitanos universitarios, ocho son mujeres. “En Secundaria, empiezan muchos
más chicos y acaban muchas más chicas, quizá porque son las que más tienen que
ganar”, considera Salinas. “Creo hace 15 años costaba encontrar chicas
referentes, y hoy no cuesta tanto”,
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