miércoles, 17 de abril de 2019

Mujeres gitanas en la universidad y mitos sobre ellas


Gitanas en la universidad: “Yo rompí con la historia predefinida para mi”

Dos jóvenes gitanas, nos cuentas su experiencia en los estudios:

Ainhoa Carbonell, de 33 años, tuvo que escuchar mil veces: “¿Es que no has tenido bastante con estudiar hasta Bachillerato? Si vas a la universidad no querrás luego casarte con un gitano…”, a lo que ella, internamente, respondía: “Pues que vayan todos los gitanos a la universidad en vez de dejar de ir yo…”. Diplomada en Trabajo Social, con un título de Intervención Social con la Comunidad Gitana por la Universidad Pública de Navarra (obtenido con matrícula de honor), compagina su trabajo como técnica de orientación e intervención social en programas de búsqueda de empleo para jóvenes gitanos en la Fundación Gentis de Tarragona con su puesto como concejal de Servicios Sociales, Cultura, Actividades Lúdicas y Juventud en el Ayuntamiento de Vallmoll (Tarragona) y colabora con la asociación Aire Nuevo Caló.

“Ninguna otra chica o chico había ido a la universidad en casa, pero yo estudié en una escuela concertada hasta Bachillerato. Ninguna de mis compañeras era gitana, con lo cual crecí teniendo las mismas ambiciones que ellas, viviéndolo de una forma normalizada, pero sin dejar de lado mis raíces, porque un tema y otro no tienen nada que ver. Con lo cual, para mí ser gitana y estudiar no es incompatible para nada”, apunta Ainhoa.

Vicky Santiago, de 21, repitió 1º de ESO en el IES Cánovas del Castillo de Málaga. “Todo apuntaba entonces a que mi futuro pasaba por intentar buscar un trabajo, el primero en el que me cogiesen, me gustase o no, y depender de mi pareja en el momento en que me casara”, reconoce. Habla con El Diario de la Educación el mismo día en que se ha enfrentado al último examen de 2º de grado, de Gramática Normativa. Estudia Traducción e Interpretación en la Universidad de Málaga y le gustaría ser profesora universitaria. Asiste a los encuentros de la Fundación Secretariado Gitano -a cuyo programa Promociona atribuye su reenganche, gracias al refuerzo que recibió en 1º y 2º de ESO, cuando pasó del absentismo al éxito escolar- y trata de servir de ejemplo para sus hermanos. Al pequeño, que cursará 1º de ESO el curso que viene, le advierte para que no sufra su mismo tropiezo. A la mediana le anima en su lucha por sacarse el graduado después de haber abandonado a los 16.



Los mitos de la mujer gitana en los estudios:

Desmontar mitos, como el de que la familia, en el caso de los alumnos gitanos, no se implica, o incluso ejerce como barrera, que la cultura gitana es contraria a la educación: “En Drom Kotar Mestipen cada vez que organizamos un encuentro de estudiantes gitanas tenemos más de 300 mujeres reunidas un sábado por la tarde hablando de educación”.

Otro: Las niñas gitanas abandonan la escuela en el momento del casamiento: “El estudio reveló un dato que para mí fue muy importante, y es que había una diferencia de cuatro o cinco años entre el momento en que salían y las edades de casamiento. O sea, que no salen porque se casan, sino que se casan porque salen”.

Lo que sí se veía claro era que las chicas desaparecían antes del sistema educativo, “pero las que se mantenían llegaban mucho más lejos, y era una cifra que iba en aumento”. Esto coincide con las estadísticas que maneja la Asociación de mujeres romaníes de Andalucía (Amuradi), según las cuales, de cada 10 gitanos universitarios, ocho son mujeres. “En Secundaria, empiezan muchos más chicos y acaban muchas más chicas, quizá porque son las que más tienen que ganar”, considera Salinas. “Creo hace 15 años costaba encontrar chicas referentes, y hoy no cuesta tanto”,

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