El sexting es
un es un término cada vez más habitual en nuestra sociedad. Consiste en el
envío de contenidos de tipo sexual (principalmente fotografías o vídeos),
producidos generalmente por el propio emisor, a otras personas a través de
dispositivos móviles. No es un problema de seguridad en sí mismo, sino una
práctica de riesgo pues estos contenidos pueden ser utilizados de forma
perjudicial por los demás. Aunque también de da en adultos, en el caso de los
menores el sexting puede
situarles en una situación de vulnerabilidad.
Los riesgos de esta práctica comienzan con la difusión del contenido entre personas que no eran sus destinatarios, suponiendo de este modo una pérdida de su privacidad y una ofensa a la reputación de la víctima, deteriorando su imagen pública. Además, la divulgación de este contenido supone consecuencias más graves como el ciberbullying, extorsión o chantaje, grooming y acoso sexual o riesgos físicos. No olvidar las consecuencias legales que esto supone: exhibicionismo y provocación sexual a menores, generación, producción, difusión o tenencia de pornografía infantil, revelación de secretos y delitos contra la intimidad y el honor y delitos contra la libertad sexual.
Esta nueva generación vive en una sociedad de lo visual, con altas cotas de sensualidad, en la que la facilidad de las TIC está produciendo nuevas formas de relación que pueden suponer peligros legales y personales para los menores. En muchos casos, se considera que el sexting es el resultado de tres revoluciones: la revolución sexual, con un enorme culto del cuerpo como objeto sexual y el nacimiento de una industria pornográfica cada vez más deshumanizante, la revolución tecnológica, que a pesar del claro avance positivo en ciertos aspectos supone ciertas desventajas y por último, la revolución adolescente.
Nueve de cada diez adolescentes de 14 años ya tienen móvil. Algunos estudios indican que los adolescentes utilizan sus móviles una media de cinco horas al día. Además, uno de cada tres niños o niñas de entre 12 y 14 años reconoce que práctica el sexting. Las causas que impulsan a los jóvenes a llevar a cabo estas prácticas son varias: no son capaces ver las formas en las que este contenido puede salir del dispositivo, confían plenamente en la discreción del destinatario, sienten cierta presión de grupo que les lleva a ganar aceptación a través del contexto digital y desconocen las consecuencias de que ese contenido sea de dominio público.
Para evitar que las conductas de riesgo se lleven a cabo, todo el entorno de los adolescentes, es decir, tanto familia, escuela y educadores les deben ayudar a entender la realidad que les rodea, advertirles de las consecuencias y hacerles reflexionar: “piensa antes de enviar”, hacerles ver las consecuencias legales (las imágenes de desnudos y minoría de edad es un delito de pornografía infantil y las imágenes son un dato personal protegido por la ley), explicares que recibir o hacer una imagen de una persona no les da derecho a distribuirla.
Las nuevas tecnologías, las nuevas formas de relación a través de estas y la pérdida del sentido de la privacidad en la sociedad actual son alguna de las causas del sexting y el resultado de esta práctica entre los adolescentes puede generar serios problemas que van desde la pérdida de la privacidad y la distorsión de la imagen hasta el ciberbullying.
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