Mujeres y policías: la cuestión de género en las fuerzas de seguridad
“La rubia de ojos claros”: así denominaban a Regina Zonta en
una entrevista de la revista semanal La Tecla. Podía tratarse de una modelo,
actriz, maestra o ama de casa, porque cualquier referencia al oficio se diluía
al reforzarse una sola característica: la propia condición de mujer. Y en ese
punto residía la novedad de esta nota publicada el 10 de junio del año 2010.
Había transcurrido más de medio siglo desde la incorporación profesional de
mujeres a la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Profesional, en el
sentido de una carrera con ascensos a la que se accede mediante una formación
específica.
Desde entonces –el año exacto es 1947– debieron pasar casi
sesenta años para que una mujer llegara al grado jerárquico máximo de la
policía bonaerense. Regina Zonta fue promovida por esos días a “Comisario
General” (manteniendo, en ese momento, la expresión con sesgo masculino) y fue
nombrada responsable de la Superintendencia de Seguridad “Zona Interior”. Desde
ese lugar, quedó a cargo de los 12.000 agentes policiales que trabajaban en las
comisarías de seguridad del interior de la Provincia de Buenos Aires. Un
terreno poco regado por criminalidad de alto impacto social, aunque enmarañado
en redes incestuosas donde caudillos locales y autoridades policiales circulan
favores, gobiernan actividades ilícitas y administran cajas non sanctas. En la
cima de todo eso, una rubia de ojos claros.
Es el día a día al que se tienen que enfrentar las mujeres, a las que a pesar de ocupar altos cargos o conseguir grandes cosas solo se las reconozca por ser guapas...
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